Hace unos años asistí a una conferencia de la bióloga Linn Margulis en la que tuve la oportunidad de hablar con ella. Redacté lo que sigue para una publicación on line. Visto que el artículo ya no está en la red, aquí lo rerproduzco en castellano. Margulis falleció el passado 22 de noviembre, a los 73 años.
La eminente evolucionista Linn Margulis dictó el pasado 16 de enero una conferencia con motivo de los actos programados para el “El Año de la Evolución” que organiza la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Tres lustros después de su última visita, su capacidad de convocatoria no ha menguado, tampoco sus controvertidas teorías han perdido fuelle. La responsable de la división de los seres vivos en cinco reinos –procariotas, protoctistas, hongos, animales y vegetales- pronunció en el rectorado de la Autónoma la disertación titulada “La revolución de la evolución”.
La revolución que propone la provocadora bióloga es que la variabilidad indispensable para que haya evolución no proviene de la mutación genética al azar, sino de la endosimbiosis de la célula eucariota. Esta teoría postula que la célula eucariota -de la cual estamos constituidos todos los reinos excepto el procariota- resulta de la “fusión de dos tipos de bacterias y después de otros organismos”. Si bien la clasificación de los reinos se imparte sin problemas en institutos, no ocurre lo mismo con esta tesis sobre la evolución, la simbiogénesis. Hay científicos que están de acuerdo y otros que no.
El origen de las especies
Hace 150 años, Darwin cambió para siempre el concepto de la vida con su magna obra El origen de las especies, para muchos título cumbre del segundo milenio. El naturalista vio en la selección natural el motor de la evolución y la responsable de la enorme diversidad de seres que habitan la Tierra.
La selección natural, dice Darwin, se basa en la variación, la eficacia y la herencia, y siempre actúa según el medio en el que la vida se desenvuelve. Si tres mariposas de la misma especie, pero de diferente pigmentación –supongamos, blanca, roja y negra-, conviven en un hábitat oscuro, la tercera albergará menos probabilidades de ser devorada por un depredador porque pasará desapercibida. Por lo tanto, sólo sobrevivirá la mejor adaptada al medio, la de color negro.
Linn Margulis destaca que la selección natural “es un proceso de eliminación” y “no produce nada”. Avisa que coincide con Darwin, aunque “hasta cierto punto”. Los peros surgen en la variabilidad. Según la profesora, las mutaciones al azar de los genes -que según la ciencia de hoy día producen la variación en los organismos- comportan una influencia menor de lo que se cree.
La simbiogénesis
“Nunca nadie ha demostrado que con la mutación al azar se haya cambiado de una especie a otra. Sí con la simbiogénesis”, asegura taxativa Margulis. No hay que confundir la simbiosis con la simbiogénesis. Mientras que la primera es una “asociación física entre miembros de diferentes especies”, la segunda consiste en “diferentes especies que se ligan para formar un ser vivo con propiedades diferentes de los que se han ligado”, o, de otro modo, “para fabricar” un ser vivo complejo. Gracias a la simbiogénesis, según esto, aparecen “orgánulos, tejidos y especies nuevas”.
Margulis lo ilustra con varios ejemplos. El más conocido, el de los líquenes: “La unión de hongos y algas, pero que no es ninguno de los dos”, matiza. Para ella, esto se erige como la prueba de la que carece la teoría de la mutación aleatoria, más aceptada en instituciones y centros de enseñanza. Precisamente, durante el turno de preguntas, una estudiante le inquiere por qué su teoría está marginada en el ambiente académico. Medio en broma, medio en serio, le responde que “los profesores viejos mueren”.
Cúmulo de bacterias
La investigadora centra su intervención en la evolución celular y no penetra con la endosimbiosis en territorio humano. No por ella, sino “por la mentalidad” de nuestro tiempo. Y es que el antropocentrismo a lo largo de la historia ha hecho mucha mella. No obstante, hay que señalar, como indica un profesor de biología de la UAB presente en las primeras filas del abarrotado auditorio, que “un 10% de nuestro peso en seco es bacteria” y que un porcentaje “significativo” del genoma humano –un 14% - es bacteriano. Por si fuera poco, como mantiene la ponente, “cualquier tipo de célula es el producto de la integración de, por lo menos, dos tipos de bacterias”.
¿Y si desde Darwin la revolución copernicana se hubiera dirigido sólo hacia lo macro? Sea como sea, que la teoría endosimbiótica como substituta de la mutación al azar cale entre la comunidad científica no será fácil, menos aún que lo haga entre el ciudadano de a pie. Máxime si tenemos en cuenta que, como afirma el profesor de genética de la UAB Antonio Barbadilla, sólo un 3% de la población mundial cree que el origen de la vida tenga algo que ver con el darwinismo.
Dudas sobre el VIH
Como la endosimbiosis, ha defendido otras teorías polémicas. Ha luchado para que la hipótesis de Gaia, descrita por el químico James E. Lovelock en 1979, adquiera el rango de teoría. Según esta hipótesis, la biosfera terrestre se autorregula para proporcionar las condiciones de vida adecuadas.
Denuncia que no recibe desde hace años ni un duro del estado para sus investigaciones y que por eso imparte conferencias. Se muestra reacia a hablar sobre el tema -“estoy perdiendo toda mi reputación”-, pero asegura que no hay literatura científica que vincule el VIH con la enfermedad del Sida.
Califica al diseño inteligente, que pega fuerte en Estados Unidos, de “ignorancia total” y postula que si se acepta se acabó la ciencia. “Diseño inteligente, eso es no explicar nada”, sentencia.
Margulis trabaja como profesora distinguida en el Departamento de Geociencias de la Universidad de Massachussets. Autora de numerosos libros y artículos sobre la vida y la evolución, en 1999 recibió de la mano del expresidente Clinton la Medalla Nacional de la Ciencia por su teoría de la endosimbiosis, que revela la importancia de los seres microbianos en la evolución de la vida.
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