No conozco a nadie que no
esté hasta los mismísimos de recortes y “crisis”. Tampoco conozco a muchos
votantes de CiU o del PP. No sé qué pensarán sus militantes y simpatizantes. Entre
los que están hasta los mismísimos -de la filiación que fuere- haylos que critican al
movimiento llamado 15M. Que si quejarse en una plaza no resolverá los
problemas, que si no tienen objetivos claros, que si todo parece más una
fiesta, que si la organización asamblearia es ineficiente (“Vamos despacio
porque vamos lejos”), que si demasiados eslóganes y pocos resultados, que si no
se forma un partido no hay nada que hacer, que si más acción y menos celebraciones
de aniversarios...
Con motivo de tal
aniversario, estos días me he pasado por Plaza Catalunya. En una de las
incontables asambleas, debatían qué acciones emprender. Oí llamar a la huelga
general indefinida. Creo que solucionaría muchos problemas esta medida, pero
también que no sería secundada porque hay muchos ciudadanos que, pese a la
crisis, aún se sienten reconfortados y en una relativa comodidad. Es decir, no acaban de estar descontentos del todo, entre otros motivos, porque
cuentan con trabajo o subsidio por desempleo, y su dinero, de momento, está a
salvo en bancos y/o excajas. La solidaridad, además, cuesta más que nazca desde la comodidad. Lo de “de momento” es
porque De Guindos dijo ayer que un “corralito” en España es imposible. ¡Glups! En
una huelga indefinida, también se corre el riesgo de desabastecimiento y generalización
de hambre, extremos muy peligrosos.
Esta comodidad es a mi
parecer el factor clave que impide al 15M volar más alto y asestar al sistema un correctivo que le obligue por lo menos a deshacer el camino andado. Si aumenta la comodidad y a medida que los contribuyentes
sientan que tienen mucho más a ganar si se mueven que si permanecen en el sofá,
el movimiento crecerá. Ahora a muchos les frena el miedo a perder lo que aún poseen. Esa calma o comodidad es un bien muy valioso como para jugársela, ¿no? Supongo
que el gobierno cuenta con ello y mide la reacción en la calle cada vez que
somete al pueblo a un nuevo estrangulamiento. Aunque a lo mejor confía del todo
en el “mazo dando”.
Desde el año pasado, el
movimiento, por lo menos en Barcelona, ha continuado en marcha con acciones
concretas: desde más manifestaciones hasta reuniones en portales para evitar desahucios
o, como ayer, concentraciones ante sucursales bancarias para obligar a las
entidades a discutir con los afectados por las hipotecas. O Iniciativas legales
populares (ILP) contra el timo de las preferentes o contra los recortes en
sanidad. O propuestas para auditar la deuda pública, crear un IRPF para ricos o
imponer una renda básica universal. “¿Qué harías con 750 euros al mes?”, rezaba
una pancarta en Plaza Catalunya. “Más que con los 590 que cobro ahora por
trabajar”, le respondía alguien en la misma con rotulador.
(Por cierto, ¿la sanidad
y la educación se pagan solo mediante impuestos directos? Se evoca a Europa
para lo queremos. España podía haber sido modelo en sanidad –como Atenas
lo fue para el resto de polis en la democracia de Pericles-. Parados de más de dos años e
inmigrantes sin papeles, ahí se mueran. Sí, ahí se mueran. Que empiezo a pensar
como Maquiavelo: que no estarían de más unas cuantas bajas del sistema para “sanearlo”.
¿Que en caso de vida o muerte se atenderá a todo el mundo? Solo faltaba. Pero la postergación
o retardo de ciertas pruebas, por ejemplo, pueden derivar en aumento de muertes.
Y más si no hablamos de retardo, sino de eliminación, al no haber cobertura para
esos inmigrantes y españoles, que pagan la sanidad con sus impuestos indirectos.
Cada vez me hago más neoliberal: quiero menos de este Estado y de este Estado no quiero
nada. ¿Para qué se necesita un gobierno si no precisamente para hacer de
contrapeso a los “mercados”, sobre todo, en momentos como el actual? ¡Ah, es
que son ustedes, o sus amigos?, ¡ah, los mismos desde la Revolución
Francesa!).
Vuelvo al hilo. “¡Pero
esto no son más que parches!”, exclamarán algunos. ¿Y? Es mejor esto que nada,
pero, si no estás de acuerdo, propón alternativas. Y no solo desde el sofá o
desde la barra del bar. Hay medios para manifestar tu opinión o tu medida, ya
sea en encuentros como los de estos días o bien a través de internet. O acude a
las convocatorias. Es que no servirá de nada, alegará alguien. Desde el sofá no se arregla ná. Es como
quien dice votar al partido político menos malo porque el que le gusta no saldrá. Así seguro que
no.
Una asamblearia exigía más
acciones. Sospecha que cerrarán bibliotecas. Pidió una retirada masiva de
libros en las bibliotecas de Barcelona y acciones similares en otras
localidades catalanas. Otro que pasaba por la plaza clamaba que, para molestar
de veras, había que trasladar las manifestaciones a centros de poder como
el Parlamento o la banca. Parece que en este caso le escucharon porque, ayer,
día del primer aniversario del 15M, las concentraciones se hicieron ante los
bancos. Y hoy continúan con una cacerolada en la sede principal de La Caixa,
en Barcelona. Dura ya desde las ocho de la mañana y está previsto
intensificarla a las 19 horas, para cuando hay convocada una macrocacerolada.
La derecha de este país conoce
a la izquierda bien, y a sí misma. La izquierda no creo que se conozca demasiado
a sí misma. Para mí, el 15M, por mucho que desee zafarse de estas etiquetas, es
un movimiento de izquierdas. Parece que no
se haya aprendido nada de la Historia. Divide y vencerás. Y en eso estamos. Seguramente que hay muchos de los que
están hasta los mismísimos que dicen: “¿por qué dar una renta mínima?” O “¿por
qué retirar libros en masa?” Desde el
sofá no se arregla ná. Pero –insisto- para mí el máximo contratiempo del
15M es la comodidad de la inmensa mayoría, hete aquí su primordial combate, más que la lucha contra
los desmanes del sistema. Si la comodidad continúa es señal de que o no estamos tan mal, o nos hacen creer que no estamos tan mal.
En resumen, si estás cansado
de la crisis y los recortes, pero estás en desacuerdo con las o alguna de las
medidas del
15M y así lo voceas a diestro y siniestro y por ello atacas a "los indignados", piensa antes si no
estás, en realidad, aplacando tu conciencia porque aún disfrutas de cierta
comodidad que no deseas perder. Buscas así legitimar tu inacción, hacerla ética a los ojos del prójimo y a los tuyos propios. O te das una razón –que en realidad es una excusa- para seguir
con la vagancia, solaz o comodidad que todo espíritu, en general, anhelamos. En
el fondo y en la superficie, sabes que se están pasando tres pueblos desde hace
tiempo. Así que no seas cínico y para sentirte tú bien denigres lo que otros
hacen. Y si no, ya sabes, propón.
Desde el
sofá no se arregla ná. De cara a evitar divisiones internas, iría bien fijarse
en la mente el eslógan “se han pasado tres pueblos”. Porque habrá los que deseen
modificar el sistema al 30 por ciento, los que quieran hacerlo al 60 y los que
anhelen no dejar títere con cabeza. La unión hace la… ya saben. Y si dices que no eres de izquierdas ni de derechas...
¡ya! Me puedo creer que no siempre seas de derechas o no siempre de
izquierdas, pero haces o dices cosas que a veces tienden hacia uno o a veces hacia otro
lado. Y no pasa nada… Pero ya no hay excusas. (Si no haces nada, no envíes
a la basura todo un movimiento que por lo menos intenta algo y que
encima siente lo mismo que tú: cansancio, rabia, indignación, en fin).
En algunas asambleas, hablaron,
entre otros, el exfiscal anticorrupción
Carlos Jiménez Villarejo, algunas de cuyas perlas podéis leer en la conferencia que realizó hace un par de años en
el
Col·legi de Periodistes de Catalunya; y el presidente de
Justícia i Pau,
Arcadi Oliveras, a una de cuyas conferencias también tuve la oportunidad de
asistir hace unos meses.
Para acabar, reclamo que,
con la que cae hoy día, ningún político de este país, y en especial los responsables
de los recortes –ahora el PP en España y CiU en Cataluña, pero antes el PSOE -, no
deberían de cobrar más de, pongamos, 2000 euros. Y si hay un político catalán,
andaluz o castellano-manchego que deba vivir en Madrid porque es diputado que
se pague él la estancia. Si a mí me ofrecen un puesto en Madrid –que soy de
Barcelona- no me alojarán en hotel con dieta pagada. Me ofrecerán un sueldo;
lo tomas o lo dejas. Te buscas alojamiento y punto. También podría darse el
caso de que me ofrecieran todas esas prebendas. ¿Y? Insisto, señor
diputado, usted cobra del erario público y promueve los recortes. Predique con
el ejemplo. Aunque signifique el chocolate del loro.
Otra cosa más. Resulta
que
Banca Cívica es de los bancos que más invierten en armamento. Lo dice
BancaArmada. Porque aparte de la crisis estoy harto de vivir en un mundo en el que
aún hay hambre, guerra, esclavitud y presos políticos. Por todo esto también hay
que luchar. Por todo esto también estoy enrabiado.