Aviones a reacción llevan dos días preparando la tradicional cita con el cielo de Barcelona -ya van 20 años- que pone punto y final a la a las fiestas de la Mercè. El viernes al mediodía, un estruendo irrumpía en el jolgorio habitual de Plaza Catalunya, pero se quedó en estruendo: no vi ni un pájaro. En cambio, hoy sábado, en calle Marina, el fragor era sobrecogedor y, al fin, en lontananza, he divisado un reactor practicando acrobacias y otras piruetas circenses de trazo imposible sobre el lienzo azul de Barcelona.
Con el retumbar de los reactores desde todos los puntos cardinales de Barcelona –insisto, casi intimidatorios- no he podido dejar de imaginar el pavor que sentirán los habitantes de ciudades en guerra al oírlos arribar. Tampoco he podido exiliar de mi cabeza la idea del derroche económico que debe suponer tal circo. Un vecino me dice señalando al cielo: “Es el dinero que nos sobra”. Ahora, dicho lo dicho, puro espectáculo.
Festa al cel 2011
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