Después del tute de hace un par de semanas en Montserrat, el pasado sábado reanudé las caminatas. Esta vez tenía pensado ir desde Horta hasta la cima de la colina de Montcada, pero me detuve en el mirador de la estrella, porque tuve miedo de que las ampollas con sangre que arrastro desde el día que subí a Sant Jeroni se resintieran. Durante todo el trayecto, mantuve esa preocupación, pero en ningún momento noté molestia alguna.
Estoy convencido de que las refriegas de alcohol de romero y los masajes que me apliqué en los pies durante los días previos evitaron que las lesiones empeorasen. Sea o no así, casi todas las noches me masajeo los pies con este alcohol durante un par de minutos y, además, me unto aloe vera sobre las ampollas, negras ya de sangre coagulada. Recomiendo a cualquier senderista principiante el uso de este alcohol.
Pero –como digo- no quise arriesgarme a un último esfuerzo y que, aún más lejos de casa, las ampollas reventaran. Dejo así para otro día que pasee por Collserola alcanzar el citado monte, cuya cima se puede abordar atravesando primero la autopista C-58 por un puente.
Como siempre, Collserola –y más un sábado- hervía de excursionistas, senderistas, corredores y ciclistas. Este sábado no fue una excepción, más con el buen día que hizo. Es un poco lata no saber por dónde te mueves. Aunque hay señalización, en varias ocasiones erré el camino, sobre todo, de vuelta (porque no regresé a Horta, sino que me dirigí a Roquetes). Pero gracias a estas equivocaciones, ahora conozco mejor el terreno.
En total, tardé un poco más de tres horas. Partí a las ocho de la mañana y llegué a Vía Julia, donde había quedado, a las once y cuarto. Primero enfilé la pista de la Vall de Can Masdeu, en donde se levanta la famosa masía autogestionada, después me colé por el Forat del Vent y, finalmente, me dirigí más allá de Ciudad Meridiana, hasta el mirador. Para volver, tiré hacia Torré Baró (por donde ya anduve en otra ocasión) y bajé unas escalinatas hasta el barrio de Roquetes.
un lujo que ahora mismo no debería haberme permitido- pero aún no los he usado; los reservo para un envite más duro.
También he andado loco por dar con una vara o garrote que me ayude en las travesías, ya que en algunas salidas que hice este verano en el pueblo de mis padres (Casas Altas, Valencia) me fue de perlas una cayada. Y de momento, me he hecho una de chopo. Pero resulta que ahora he leído que estas no son muy buenas. En fin, la probaré en la próxima excursión, que será muy pronto...
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Mirador de la estrella, con la colina de Montcada al fondo. |
Pero –como digo- no quise arriesgarme a un último esfuerzo y que, aún más lejos de casa, las ampollas reventaran. Dejo así para otro día que pasee por Collserola alcanzar el citado monte, cuya cima se puede abordar atravesando primero la autopista C-58 por un puente.
La autopista C-58, desde el mirador de la estrella. Al fondo, se distingue el puente que cruzaré otro día para escalar la colina de Montcada. Mi sombra, a la izquierda ;-) |
En total, tardé un poco más de tres horas. Partí a las ocho de la mañana y llegué a Vía Julia, donde había quedado, a las once y cuarto. Primero enfilé la pista de la Vall de Can Masdeu, en donde se levanta la famosa masía autogestionada, después me colé por el Forat del Vent y, finalmente, me dirigí más allá de Ciudad Meridiana, hasta el mirador. Para volver, tiré hacia Torré Baró (por donde ya anduve en otra ocasión) y bajé unas escalinatas hasta el barrio de Roquetes.
un lujo que ahora mismo no debería haberme permitido- pero aún no los he usado; los reservo para un envite más duro.
También he andado loco por dar con una vara o garrote que me ayude en las travesías, ya que en algunas salidas que hice este verano en el pueblo de mis padres (Casas Altas, Valencia) me fue de perlas una cayada. Y de momento, me he hecho una de chopo. Pero resulta que ahora he leído que estas no son muy buenas. En fin, la probaré en la próxima excursión, que será muy pronto...
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