De nuevo Collserola: Torre Baró y la fuente Santa Eulàlia

Tras caminar desde Horta a Collserola y ascender a la colina de Segarra y de Roquetes, irrumpe en sus pantallas… ¡el tercer paseo por Collserola!, que hice el pasado 20 de abril. Partí del valle Can Masdeu y fijé la meta en el mirador que se asoma a la autopista C58, más o menos por Ciudad Meridiana, pero erré el camino y serpenteé hasta alcanzar el castillo y el barrio de Torre Baró.

Simón se queja de que si no fuera por él y su amigo Ferreiro la fuente de Santa Eulàlia sería un estercolero. Denuncia también que la gente rompe todo lo que puede y que las bicis deberían circular por otros lares.

Un caño casi imperceptible arroja un hilo de agua también casi imperceptible (debajo de la puertecita de la choza)

Simón observa el jardín que cuida desde hace años, junto a su amigo Ferreiro, que suele estar por las tardes. Según explica, ellos han construido y mantenido los jardines, el tejado de la fuente y el poyato (en la foto de en medio).

Antes me detuve en la fuente Santa Eulàlia, donde conocí a Simón, que cuida del paraje junto a su amigo Ferreiro; continué después por un camino estrecho que Forat del Vent mediante me adentró en la ladera vallesana de la cordillera (por cierto, esta vez me topé con varios ciclistas que no respetaban la prohibición de circular por senderos).

Bordeé las colinas de Segarra y de Roquetes para evitar las cimas, hasta llegar a Torre Baró. Desde aquí fotografié el acceso viario a Barcelona por la parte del río Besòs. Como siempre, Collserola rebosaba de gente paseando, corriendo o en bicicleta.

Uno de tantos corredores, paseantes y ciclistas que recorrían Collserola.

Autopistas C58 y C33, entre el Vallès y Barcelona.

En realidad, el castillo de Torre Baró iba a ser un hotel iniciado a principios del siglo XX, pero nunca se terminó.

Parte del barrio de Torre Baró, Barcelona.

El Vallès Occidental, con Sabadell al fondo, visto desde Collserola. Se distingue en el centro de la ciudad el rascacielos del Eix Macià. Lástima que el zoom no diera para más.

El gris de los árboles calcinados por el incendio del año pasado contrasta ya con el reverdecer de la vida que se abre paso, siempre, a la mínima oportunidad.

El edificio Agbar entre las torres Mapfre me recordaba a la imagen de los transbordadores espaciales cuando están a punto de despegar en Cabo Cañaveral (seguramente, con mucha imaginación)

De vuelta, ascendí por la colina azul y la colina Roquetes. También por aquí quedaban restos del incendio forestal del verano pasado. Seguí por la carretera de las aguas. La mañana cristalina permitía fotografiar Barcelona, pero también Sabadell sin problemas. Descendí hacia Horta por el sendero que desemboca a las instalaciones de TMB.

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En una próxima entrada, publicaré fotos de una excursión por Tagamanent y el Pla de la Calma, en el Montseny, aunque aún no sé si publicarlas aquí o en dest ART alado.

Y otra cosa, espero poder daros pronto una noticia que me llenará de orgullo y satisfacción...


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